miércoles, 27 de febrero de 2008

El único instante

Voy descubriendo la sencillez de cada único instante de mi vida.
No hay nada allí. Solo estoy yo. Y vislumbro la presencia de Otro, la fuente del Amor y la paz, el río de aguas mansas en el que puedo verme.
No necesito nada en los instantes.
Vividos uno por uno, sin adelantarme a intuir o preparar los que vienen después, sin detenerme a recordar los que ya pasaron, en cada uno tengo todo lo que necesito para vivir plenamente.
No hace falta más. Soy amada con el mayor amor que soy capaz de recibir, me rodea el aire que necesito al respirar, puedo ser consciente del instante hasta palpar de verdad que es el único.
Puedo en ese único latido del tiempo, dejar todo y sentarme, aspirar el aire y alabar, quedarme así abismada y contemplar.
O puedo estar aquí escribiendo ahora...

domingo, 24 de febrero de 2008

Compartir el instante

A la mañana temprano, más temprano que siempre, los ruidos todavía parece que no se despertaron. Entonces meditar es como más íntimo. Y el tiempo parece detenido.
Por un momento llego a vislumbrar algunas veces que la vida es sólo ese instante, que no hay nada más, en tiempo ni espacio.
Sólo es aquí y ahora. Esta es una vivencia liberadora. No hay preocupaciones por el futuro, ya que no hay futuro. Ni añoranzas o remembranzas del pasado, ya que tampoco hay pasado.
Sólo ese instante.
Y qué bueno fue que hoy alguien me compartió una experiencia similar. Hasta parecía que yo leía en el libro de su andar por este camino, mi propio andar.
Porque he leído acerca de estas cosas. Pero no se compara con vivirlas. Y escucharlas de otro que las vive también. Cuando uno se ve como en un espejo reflejado en el otro, en algún aspecto particular, en algún descubrimiento intuitivo.
Le doy gracias a ese amigo que compartió el instante conmigo. Y vuelvo a quedar asombrada por los matices de este camino.

lunes, 18 de febrero de 2008

tiempo perdido

Algunas veces medito con mucho sueño, o con poca disposición, y me quedo ahí igual. Parece un tiempo estéril, desperdiciado.
¿quién sabe en realidad lo que significa aprovecharlo?
Me ocurre que a lo largo del día, en esos días de tiempo "perdido", aparece algo que me remite a ese momento, como una vaga sensación de que nada se perdió, sino que sólo era un tiempo que yo creía inútil, por no poderlo manejar o controlar.
No sé cómo expresar esto en palabras. No alcanzan a describirlo. Las experiencias personales suelen ser intransferibles.
Un amigo me dijo que no importa. Que yo sé qué es lo que quiero expresar.
Por eso lo escribo. Y me quedo con la idea de que nunca es tiempo perdido meditar, esté como esté yo.



sábado, 16 de febrero de 2008

Desánimo

A veces no estoy bien de ánimo, y me parece que todo es lo mismo, y nada me alegra.
En esos momentos no tengo ganas de meditar.
Sin embargo, la práctica no se debe abandonar. Es como respirar.
Los estados de ánimo no interesan, y la esencia es trascenderlos, porque en la profundidad del ser ellos no tienen poder.
Sobre una espesa capa de nubes, si uno puede atravesarla, está el cielo azul y el sol brillando.
Traspasar la espesa capa del desánimo, y más allá, más adentro, brilla la luz del amor, incansablemente.
Dios me ama en esos momentos más que nunca, y ni siquiera tengo que pedirle nada. Él ve en mi interior y comprende. ¿Qué le voy a decir?
Sólo el silencio, y estar presente en mi aquí y mi ahora, simplemente estar, así como me encuentro.


jueves, 14 de febrero de 2008

Efectos

Jesús está presente en el entramado de mi vida, y desde mí misma mira las cosas que me rodean y las que están dentro mío. No se le escapa ningún detalle.
Él ama cada cosa que hay en mí, mucho más de lo que yo misma las puedo amar, porque tiene en sí mismo mi verdad, la conoce plenamente, la comprende en forma integral.
Mi vida está segura en Él.
La meditación me abre los ojos a esta realidad, y va logrando que trascienda mis pequeños límites, porque Él los toma y los ensancha. Mi percepción se agudiza, mi amor crece.
Yo, pequeña en todo, puedo ser grande en Él.
Solo dejarlo hacer. Y cuando medito, al silenciar mis pobres ideas y criterios, le abro el camino para mi transformación, para que su obra se realice en mí.
La meditación, aunque no busque en sí un propósito sino sólo estar y respirar, abre mis "sentidos" a su presencia y mi sensibilidad a su Amor.

lunes, 11 de febrero de 2008

Equilibrio

De cada tropiezo que tengo, voy aprendiendo algo, sobre todo de mi misma.
Entonces no hay situaciones malas, porque son peldaños para crecer.
Atravesar la vida con equilibrio, aceptando todo lo que en ella me ocurre, sin alegrarme excesivamente con los éxitos ni amargarme exageradamente por los fracasos.
Al meditar, la mente quieta no juzga, y va aprendiendo a no hacerlo en la vida.
Meditar me conduce a ese estado en el que todo es bueno, o mejor dicho, en el que todo es, simplemente.
Entonces puedo percibir a Dios, el que Es, dentro y fuera de mí.
Porque al abandonar las resistencias Él se hace presente con su Amor y su Luz.

jueves, 7 de febrero de 2008

Aventura

El camino hacia mi centro está salpicado de incertidumbres, y suele ser oscuro. Porque voy abandonando las seguridades en las que me apoyaba, y no va quedando nada.
Como dice San juan de la Cruz, sólo la llama del Amor es la que me guía. y esa llama viene de adentro. Es como un faro en medio de la tormenta, en la noche.
Si me dejo guiar por ella, no me puedo perder.
El Amor no pierde nada. En él, todo adquiere sentido y consistencia.
Sólo sentarme y estar, vivir, respirar.
Y se desborda hacia el afuera si lo dejo, y va iluminando lo que toca.
Entonces se unifica todo, se hace uno, me hago una con todo y con todos.
Maravillosa aventura esto de meditar!!


martes, 5 de febrero de 2008

Vaivenes

He vuelto a mi casa, y el clima agobiante ha caído sobre mí. Me había desacostumbrado. Sin embargo, aquí es donde vivo, en esta ciudad, en esta realidad, que no es ni buena ni mala, sino que simplemente es.
Y mi yo interior es el mismo acá o allá.
He experimentado eso en mi meditación de ayer. Ella va a todos lados conmigo, porque es parte de mí, o yo de ella. No sé.
Y es muy bueno estar anclada en algo que no cambia, que no pasa de moda ni tiene los vaivenes del tiempo y las distancias.
Desde mi interior, el que habita en mí y me ama en todo momento y lugar, me invita a trascender lo cotidiano viviendo con intensidad, cada cosa en su instante exacto, sin estar analizando lo que ocurre, sin juzgarlo, sin querer cambiarlo, sólo estando allí enteramente.
A la mañana y a la noche, sentarme y volver a mi centro, donde no hay nada más que Él y yo.