lunes, 24 de marzo de 2008

Pascua de resurrección

Y llegó la Pascua de resurrección. Quedó atrás el viernes Santo en el que meditamos en comunidad en medio de una furiosa tormenta, unidos en el silencio unos cuantos hermanos, contemplando el misterio de la cruz, y también el Sábado Santo con su silencio casi abrumador.
Hoy brilla en el corazón de la humanidad la luz del resucitado, vivo, presente en nuestro aquí y ahora, actuando por medio de su Espíritu en el centro de cada uno de nosotros, amando todo lo humano, dándole sentido a muestra vida.
Y la meditación me conduce hacia ese lugar, donde Él me ama, y desde donde puedo amar, y vivir cada momento como si fuera el único.
Una nueva Vida cada vez... siempre fresca, como recién comenzada.

viernes, 21 de marzo de 2008

Viernes Santo

Este viernes Santo es diferente para mí.
Siempre he participado de las celebraciones o conmemoraciones de la Iglesia.
Pero hoy lo siento más interior que eso. Nos reuniremos a meditar en comunidad, y desde el silencio compartido viviré la experiencia.
En ese silencio, a lo mejor suenen más claras las últimas palabras que Jesús pronunció.
Al entrar en él, dejando de lado mis criterios y mis reflexiones, resonará más vibrante el grito clamoroso de Jesús desde la Cruz: "Padre. Por qué me has abandonado"
Y unido a ese "por qué" que Él pronunció, dejo todos los que están en mi interior, de tantas cosas que no entiendo pero que son.
Antes el Viernes Santo era triste para mí. Ahora es muy interior, y en lo profundo de mi ser, no hay lugar para la tristeza, que es un sentimiento más externo y pasajero.

sábado, 15 de marzo de 2008

Ese aplauso de los niños

Por qué habrán aplaudido los niños después de meditar?
Habrán sentido algo de sosiego en medio de sus juegos, que estaban descontrolados?
Tantas veces me pasa que tengo el impulso de reír, cuando me levanto de mi lugar de meditación...
De aplaudir también?
Y ellos lo hicieron, muy espontáneamente.
Me he quedado pensando en eso.

Otra vez los niños

Salíamos del grupo de meditación. Los niños de catequesis corrían y gritaban.
Inesperadamente, mi compañero del grupo los llamó, y les preguntó si sabían lo que es meditar. Inmediatamente nos sentamos todos en el piso, en círculo.
Él les contó cómo se hace para meditar, y lo empezamos a hacer juntos, con los ojos cerrados.
Eran muchos niños, y estaban los hermanitos más pequeños. Algunos se reían. Pero hubo un momento, casi detenido, en que el silencio se apoderó de todos.
Cuando terminamos, ellos aplaudieron, nos preguntaron nuestros nombres y cuándo vamos a volver. "Todos los viernes", contestó mi compañero.
Yo me sentí desbordada. Sólo había estado allí, sin hacer nada, sentada, con los ojos cerrados, meditando con ellos, sin siquiera decirles nada, asombrada.
Salí de allí muy serena, con la alegría de esos chicos dentro.
Y con el agradecimiento por el regalo fabuloso que recibí.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Momento

Ayer estuve en la fiesta de cumpleaños de mi sobrino, dos años de vida. Estaban allí unas cuantas familias, y muchos niños muy pequeños. Los he observado atentamente, y quedé maravillada.
Destaco de entre ellos a un bebé de diez meses, por el detalle de su mirada profunda.
Durante unos cuántos minutos, abstraído del ruido de los otros niños que reían y se movían de un lado a otro, observaba con detenimiento el botón de su camisita.
Estaba absorto, inmóvil, atento sólo a ese botón.
Nada lo desconcentraba. Nada le hacía desviar la atención de allí.
Cuando ese momento acabó, me miró con una gran sonrisa.
Y yo no pude más que sonreir también, sin decir nada.
Fue un momento especial, el bebé y yo, juntos, en atención pura, presentes, en silencio, y éramos los dos solos. Nadie más estaba allí.

lunes, 10 de marzo de 2008

Meditar juntos

Hay algo especial y distinto que se percibe al meditar en grupo. Y siento al hacerlo que me perdía de esa riqueza cuando meditaba sola.
La meditación grupal no me reemplaza la individual. Paro la enriquece.
Algo se da en el grupo a los demás, algo se recibe.
Un intercambio, un fluir, que no sé explicar pero que está, y queda huella después.
Ese estar sentado cerca de otro, haciendo lo mismo. Ese simplemente estar de todos.
Esa atención común al momento presente, el mismo para todos. Esa quietud compartida, ese respirar común, aspirando y exhalando el mismo aire, ese silencio que es más denso al ser de muchos. Una corriente profunda que nos une.
Todo un ambiente especial, de uno y de todos.
Y los que meditamos juntos nos hacemos más amigos.

martes, 4 de marzo de 2008

Gozo profundo

Hay una gozo que me surge desde dentro, como si un manantial lo produjera, y sale si se lo permito.
El camino para permitirlo es la meditación. Porque el ruido y los apuros lo tapan. Y en esos momentos sublimes, en cambio, son el ruido y los apuros los que quedan trascendidos.
Como todos, también yo busco la felicidad. Pero más de una vez lo he hecho afuera, en las cosas materiales, o en las ilusiones que crea la mente. Rara vez percibía que la única fuente de felicidad es interior.
Y no es felicidad de risas estruendosas ni de entretenimientos, sino serena y apacible. Por eso es gozo, ya que este es mucho más profundo.
Es como la certeza de que todo está bien, de que el Amor envuelve a la vida, de que hay algo seguro en lo que anclarme, que es mi centro, donde habita el que Es.
Es como la certeza de ser amada inmensamente y sin condiciones, que surge de quedarme en el silencio y la quietud, de ese estar atenta y vigilante en mi centro.
Y no hay palabras para describirlo. Hay que experimentarlo. Y está al alcance de todos. Solo tengo que animarme a dejar todo, sentarme y meditar.
Es una de las tantas paradojas: debo dejar de prestar demasiada atención a todo lo que creo que me hace feliz, para alcanzar ese gozo profundo. No tener nada para tenerlo todo.