sábado, 31 de mayo de 2008

Resurgir

Va volviendo todo a su cauce normal, y pasadas las tormentas, que se llevaron mucho, el cielo es otra vez azul, el aire limpio, y el frío de mi ciudad aplaca las controversias.
Era necesario soltar. Y vacía, respirar hondo y estar en el centro, ese lugar espacioso y libre, en el que nunca necesito nada.
Era necesario irse, despegarse de lo que no estaba limpio, aunque causara dolor.
Ahora, el camino es tal vez más a la intemperie, o no.
Aquí y ahora, todo está bien.

viernes, 23 de mayo de 2008

Grupo de meditación

Sentados en círculo, en la penumbra del lugar que nos recibe siempre, las personas del grupo de meditación fuimos viviendo esos minutos, que se deslizaron con suavidad.
Nada interrumpió el momento, nada lo perturbó. Sólo estábamos, cada uno en soledad interior, y a la vez juntos, silencio compartido, en comunión.
Al terminar, nos miramos alegres. Estábamos unidos más allá de todo, y eso se notaba.
Nos fuimos de allí radiantes. No hay nada absolutamente que pueda borrar esos momentos, que los pueda empañar.
El Amor transforma nuestras vidas, y nos une cada semana en ese encuentro feliz.

domingo, 18 de mayo de 2008

Homilía de la Trinidad

Hoy se celebra en la Iglesia católica la fiesta de la Trinidad.
Y escuché estas palabras del sacerdote que me enseñó a meditar: Dios es feliz en sí mismo, y completo. Cuando uno está muy feliz por algo, quiere compartirlo con los demás. Y Él lo ha hecho con nosotros. Nos creó, y nos hace partícipes de su intimidad. Tenemos un significado y una misión: Ser su imagen y semejanza en el mundo. Hasta que no entramos en relación profunda con Él, en ese encuentro silencioso y muy interior, no podremos concretar nuestra vocación, y estaremos incompletos, no seremos felices, nos estará faltando algo.
A Dios nadie lo ha visto. Pero la mejor imagen suya está en Jesús. Por eso es su imagen la que nos invita a reproducir, una imagen humana y posible. Los santos intentaron hacerlo, y consagraron su vida a eso. Nosotros también lo podemos hacer, y entonces seremos felices y plenos.
Estas palabras me iluminaron hoy, y sacaron de mi interior el desconcierto que tenía.
No existe ninguna situación, por más temida o rechazada que sea, que nos pueda apartar de esa vocación sublime, que es la de conocer, estar con, ser con, servir, amar y dejarse amar por Dios.


Fracaso

¿Qué decir, qué hacer, cuando parece que se agotaron todas las instancias, cuando el esfuerzo pareció vano? ¿Qué actitud tomar, cuando todos los intentos fallaron, y sólo está allí la realidad de un fracaso?
De nuevo a lo mismo. Sólo sentarme y estar, mirar simplemente, buscar adentro, volver a casa.
Dios está más allá de estas cosas, y brilla su voluntad como una luz inextinguible, aún a pesar de mi fragilidad humana, de los aciertos y errores, de las palabras equivocadas, de las opiniones encontradas, del fracaso humano.
La meditación me devuelve al camino, porque sólo en el encuentro silencioso surge la Verdad, sólo en ese espacio amplio en el que soy, puedo tocar la fuente del Amor, que cubre toda mi imperfección.
Perseverar, estar, meditar sin cansarme. No hay nada más.

domingo, 11 de mayo de 2008

El silencio como respuesta

Cuando creo que las cosas están mal, o que están manejadas por el absurdo, cuando no tengo de dónde sostenerme, y dudo de todo, cuando la inseguridad y el dolor se apoderan de mí, y no puedo ver la luz, en ese momento en que no entiendo nada de lo que pasa, el silencio resulta ser la única salida.
Quedarme muda respirando, siendo. Nadie puede responder a mis preguntas, muchas de las cuales ni siquiera formulo. Sólo el silencio, estar sin más, respirar, y vivir.
Más allá de la realidad, por fría que sea, está la Verdad, que la trasciende. Y el Amor, que la eleva.
Más allá de la mentira y la hipocresía, está la mirada redentora de Aquél que fue envuelto por las tinieblas cuando llegó su hora, y resurgió libre y liberador.
El mensaje que llega no es el de las palabras, por más hermosas que sean, sino el de las acciones.
Y más allá, el silencio....

sábado, 3 de mayo de 2008

Ternura

Me senté sobre la alfombra de pasto, mullida, y apoyé las manos sobre él. Era una de esas hierbas con hojas redondas y pequeñas, muy verdes. Despedía un aroma fresco, más rico que cualquier perfume.
Me sentí amada, mimada por las plantas, por el aire fresco, por la tierra, por Dios.
No hicieron falta palabras, ni siquiera de agradecimiento.
Lo mejor era quedarme en silencio, escuchar el rumor de la brisa, y disfrutar la ternura del momento.
Lo mejor era dejarme amar.