domingo, 8 de mayo de 2011

Camino de oración

Estar atentos al ritmo respiratorio natural, quietos, sin desarrollar reflexiones, sin pensar, nos devuelve al centro de nuestro ser, donde habita El que Es, Dios, y desde donde continuamente somos creados y amados. Él vive y respira en nosotros. Somos respirados.

En esta actitud de simplemente estar, respirar y atender a ello, sin más agregados, surge desde mis profundidades el Nombre de Jesús, que resuena como música, en este ser mío cristiano. La plegaria de la Oración de Jesús, unida al entramado de la respiración, unifica en mí todas las plegarias que puse en práctica en mi vida, y el sorprendente abismo de la meditación Zen por el que incursiono tímidamente.

Al final, después de tantas palabras pronunciadas en el pasado, de tantas oraciones de alabanza y de petición, de tanta oración hablada o cantada, sólo el Nombre de Jesús va quedando, y por último, cerrando el ciclo que completa todo, lo más simple, sólo la respiración.

Sólo hay Vida, y Amor....