Estos días son especiales, porque estoy en la costa, y el paisaje que se ofrece a mi vista es hermoso, y sobre todo muy abierto, amplio.
Meditar frente al mar es muy lindo, y me siento parte del paisaje que veo y en el que habito.
Ya habrá tiempo de escribir, de trabajar, de hacer. Ahora es tiempo de descanso para mí, y me siento muy bien así, y el silencio se me hace más hondo todavía.
Es ocasión de agradecer, y más que nunca de estar simplemente.
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4 comentarios:
El mar abre la consciencia, nos llena de paz y serenidad, sentarse en la costa a contemplarlo olvidados del tiempo es un placer inigualable. Que disfrutes esos momentos y llenes tu alma de ellos, después vueltos a la cotidianeidad su fuerza se hace presente en cualquier momento.
Un abrazo.
Como decís, el mar me abre los sentidos interiores y me deja fuera del tiempo. Hasta su sonido es como un mantra que se repite incansablemente. Gracias por tu comentario.
El mar es inmensidad. Para nosotros, el mar es nuestra fuerza primigenia, nuestra cuna. El mar fue nuestro primer hogar, como raza, antes que la Tierra. Por eso es común que nos sintamos extraños frente a él.
Las olas tienen una fuerza casi sobrenatural. El oleaje incansable y el rugido nos recuerdan que nada en el Universo está quieto, nada en el mundo, nada en el espacio, nada en la mente.
Nosotros tampoco estamos quietos. Así como una vez nos alejamos del mar, algún día nos mudaremos a un nuevo hogar.
Gracias por visitar mi blog, Adrián.
Tu comentario es hermoso, y debe ser por eso que el mar me da esa sensación tan especial, que me deja inmóvil contemplándolo.
Me dio mucha alegría leerte.
A los visitantes habituales de mi blog les cuento que Adrián es mi hijo, y que me ha dado una hermosa sorpresa con este comentario.
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