Conocía esta oración desde hace muchos años, había comenzado a practicarla, y la dejé.
Pero cuando es el Señor quien llama, sigue llamando sin cansarse.
Desde hace un tiempo ha vuelto a mi vida providencialmente, y parece que era el momento apropiado, o yo estaba más dispuesta.
La plegaria: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador", dicha durante todo el día, y en los momentos de oración profunda, lenta y conscientemente, sin pausa, va cobrando fuerza dentro de mí, y me voy dando cuenta de que hay un modo de vida detrás de ella, o sea que no es un ruido simplemente, algo mecánico, sino que se hace Carne en mí.
Hay toda una tradición acerca de esta oración, que no se limita a la Iglesia Ortodoxa como algunos piensan, sino que nuestra Iglesia Católica también la tiene.
Meditar con esta perspectiva y riqueza hace palpitar mi corazón de alegría, y estoy muy agradecida por esto, a la vez que porque ha aparecido en mi vida la persona indicada para guiarme en este camino, que también comparto con agrado con los amigos de los grupos en los que participo.
Jesús se hace presente en mi vida invitándome a seguirlo de este modo, y yo estoy asombrada y maravillada de que me haya vuelto a elegir para transitar este camino.
Siempre es un nuevo comienzo, cada vez...
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3 comentarios:
Es muy hermosa la oración del corazón , yo la practiqué durnte un tiempo y tuve bellas experiencias. Te invito a leer mi último post porque habla de algo muy similar pero que pertenece a la tradición sufi.
Un gusto y un abrazo.
Mónica.
Gracias, Mónica. Entré en tu blog y leí la entrada, que me pareció hermosa, y encuentro mucha similitud con la oración del corazón. Te iba a dejar un comentario pero mi máquina no me dejó hacer nada, así que te dejo por acá. Tu blog es muy lindo.
De nuevo gracias, y te mando un abrazo.
La meditación que practico no es más que un acto de liberación que no requiere de ningún método o técnica específica. Se realiza por medio de una actitud de simple contemplación y consiste en un estado de consciencia que permite observar lo real y no lo que creemos que es real. Es una experiencia mediante la cual percibimos lo que existe, sin intentos de imaginarlo o racionalizarlo. Por lo tanto, no hay que hacer ningún tipo de esfuerzo y ni tener ninguna intención para poderla realizar. Simplemente debemos entrar en ese estado de presencia atenta e instantánea del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. "Se trata de vivir una experiencia de plenitud persistente y, a la vez, una experiencia de la más grande simplicidad. He ahí dónde reside, sin duda alguna, toda la dificultad." (Alex Mero)
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