La soledad nos permite poner esa distancia justa entre el mundo y nosotros. Esto no quiere decir aislamiento. En la verdadera soledad, se está solo, pero es una soledad compartida.
También permite poner distancia entre los propios pensamientos y emociones, y la esencia de lo que somos.
Podemos experimentar que los pensamientos surgen desde la mente y casi siempre en forma automática, y que producen emociones a las que muchas veces nos aferramos, porque son agradables y las queremos retener, o las rechazamos porque no nos gustan y nos queremos deshacer de ellas. En los dos casos quedamos atrapados, si no nos damos cuenta o no descubrimos cómo son las cosas.
El comprobar esto, y poder observarlo y reconocerlo, nos recupera la libertad original, y una sensación de espacio gozoso.
Lo que somos en verdad, no está condicionado por el mundo, ni por los demás, ni por los pensamientos y emociones que suceden. No es a nosotros que eso nos pasa.
Nuestra esencia, o sea lo que somos, vive en paz, serena, en unión con todos, con todo, y con Dios, y no le falta nada. Vive en forma plena y gozosa.
Y esto es independiente de los acontecimientos, ruidos mentales, estados de ánimo.
Somos los que podemos observar todo eso, y entonces ser libres, porque si lo observamos, es que no somos eso.
Entonces podemos andar por el mundo, con los demás, siendo libres y felices, y contagiando esto en la medida en que lo compartimos.
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2 comentarios:
Te deseo de todo corazón esa libertad y felicidad de la que hablas.
Se la deseo a todos, especialmente a los que frecuentan este precioso Blog.
Con cariño desde Madrid
Jairo del Agua
Hola Jairo. ¡Qué alegría tu comentario! Gracias por él, y por tus hermosos deseos para mi y para todos. Que puedas vos también alcanzar esta libertad y felicidad, y que puedas compartirlo con todos, como siempre lo hacés en tu blog, que es muy lindo. Te mando un abrazo desde Buenos Aires.
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