Sentada en un banco del parque, en un momento, todo me pareció nuevo. La variedad de plantas, flores y árboles era como recién nacida. Los pájaros cantaban alegres, y mi corazón cantaba con ellos.
Estuve un rato allí, y me sentí unida a todo. Las ramas de un pino me protegían, el cielo azul profundo me enamoraba, las pequeñas nubes que pasaban me hacían sonreir, la brisa me acariciaba. Y yo allí, sentada, sólo respiraba...
Me sentí parte del paisaje, o más todavía: El paisaje mismo. Regresé agradecida y hasta emocionada. Regalos de mi Dios... Cartas de amor escritas en su maravillosa creación...
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2 comentarios:
Sublime existencia
;)
Besos
Una maravilla.
Un regalo majestuoso.
Sin palabras, amigo. Gracias
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