Alguien me preguntó hace unos días por qué medito.
¿Qué me impulsa a sentarme sin hacer nada, quieta y silenciosa, a la mañana y al atardecer? Y no encontré en el momento las palabras justas.
Pero si indago dentro mío la causa, medito porque allá en mi ser profundo con el que tomo contacto en el silencio, habita el que me está llamando todo el tiempo.
O sea que meditar para mí es acudir a un llamado que intento responder.
La búsqueda de toda mi vida, sin creerme que ya "he alcanzado la meta", como dijo San Pablo, me lleva a mis profundidades. Es como una nostalgia, el recuerdo del sello que Dios puso dentro mío, que me guía hacia allí.
Medito para encontrar al Amor gratuito y eterno, que surge como una fuente y se rebalsa, cuando lo dejo ser.
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2 comentarios:
Gracias por compartir tu respuesta a esta pregunta. Todos los que meditamos alguna vez nos planteamos este porqué. Cada vez que me lo quise responder quedé insatisfecha, así que dejé de preguntármelo y voy encontrando pistas en cada suceso de mi vida. Si otro me lo pregunta sólo le digo que no lo sé, imaginate que si yo misma no encuentro respuestas acertadas, qué pueden entender los que no saben porque lo hago?...No descarto que en algún momento sienta la necesidad de analizar esto y entonces....veré que pasa.
Un abrazo.
Es verdad lo que decís.
Y la respuesta viene de adentro, y la recibís cuando la necesitás.
Yo la obtuve en un momento de mucha turbulencia, en el cual surgió claramente ese llamado a sentarme y estar. Mis pensamientos eran caóticos, y en ese caos estaba Él llamándome. Esta es la respuesta que descubrí, que puedo dar en este momento, sobre todo a mí misma.
Pero ya sabemos que nada es definitivo ni estático.
Un abrazo y muchas gracias por compartir conmigo estas cosas.
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