sábado, 16 de febrero de 2008

Desánimo

A veces no estoy bien de ánimo, y me parece que todo es lo mismo, y nada me alegra.
En esos momentos no tengo ganas de meditar.
Sin embargo, la práctica no se debe abandonar. Es como respirar.
Los estados de ánimo no interesan, y la esencia es trascenderlos, porque en la profundidad del ser ellos no tienen poder.
Sobre una espesa capa de nubes, si uno puede atravesarla, está el cielo azul y el sol brillando.
Traspasar la espesa capa del desánimo, y más allá, más adentro, brilla la luz del amor, incansablemente.
Dios me ama en esos momentos más que nunca, y ni siquiera tengo que pedirle nada. Él ve en mi interior y comprende. ¿Qué le voy a decir?
Sólo el silencio, y estar presente en mi aquí y mi ahora, simplemente estar, así como me encuentro.


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