martes, 5 de febrero de 2008

Vaivenes

He vuelto a mi casa, y el clima agobiante ha caído sobre mí. Me había desacostumbrado. Sin embargo, aquí es donde vivo, en esta ciudad, en esta realidad, que no es ni buena ni mala, sino que simplemente es.
Y mi yo interior es el mismo acá o allá.
He experimentado eso en mi meditación de ayer. Ella va a todos lados conmigo, porque es parte de mí, o yo de ella. No sé.
Y es muy bueno estar anclada en algo que no cambia, que no pasa de moda ni tiene los vaivenes del tiempo y las distancias.
Desde mi interior, el que habita en mí y me ama en todo momento y lugar, me invita a trascender lo cotidiano viviendo con intensidad, cada cosa en su instante exacto, sin estar analizando lo que ocurre, sin juzgarlo, sin querer cambiarlo, sólo estando allí enteramente.
A la mañana y a la noche, sentarme y volver a mi centro, donde no hay nada más que Él y yo.

2 comentarios:

BR dijo...

lo que nunca cambia, eso es... q bueno que lo sientas asi :) y solo viviendo cosas distintas vemos que el yo interno es lo que nunca cambia, bienvenida!
Besos.

Blanca dijo...

Gracias,amigo!! Es una experiencia fascinante esta.Resulta que algo que no cambia soy yo misma, y eso me llena de alegría.Mi yo interno no cambia porque está enraizado en Dios!!Cada día descubro algo nuevo!!Es fascinante.
Besos también.