Las personas a veces no nos entendemos, tenemos discrepancias.
Es bueno poner a la luz las propias opiniones, y que los otros expongan las suyas, en un marco de respeto y consideración.
Pero mejor todavía es encontrarse con el otro en el silencio, allí donde las palabras y las ideas son innecesarias.
Por eso es valioso sentarse a meditar con personas de otras corrientes religiosas.
Dentro, todos somos uno. Esa unidad se deja ver, e impregna nuestros actos y nuestra vida.
Dentro, sólo está el AMOR, que es universal.
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2 comentarios:
Blanca gracias por tu comentario y eso que decís "cuando estoy atenta"...ojalá nunca perdamos esa capacidad, es la que nos lleva a la alegría.
Un abrazo.
Es verdad lo que decís.
La atención produce alegría. Eso lo puedo experimentar en mi vida. La atención hace que todo a cada instante sea nuevo, y entonces no hay aburrimiento ni rutina, y entonces hay alegría, surge simplemente.
Gracias.
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