Hay algo especial y distinto que se percibe al meditar en grupo. Y siento al hacerlo que me perdía de esa riqueza cuando meditaba sola.
La meditación grupal no me reemplaza la individual. Paro la enriquece.
Algo se da en el grupo a los demás, algo se recibe.
Un intercambio, un fluir, que no sé explicar pero que está, y queda huella después.
Ese estar sentado cerca de otro, haciendo lo mismo. Ese simplemente estar de todos.
Esa atención común al momento presente, el mismo para todos. Esa quietud compartida, ese respirar común, aspirando y exhalando el mismo aire, ese silencio que es más denso al ser de muchos. Una corriente profunda que nos une.
Todo un ambiente especial, de uno y de todos.
Y los que meditamos juntos nos hacemos más amigos.
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1 comentario:
Gracias, Adolfo. Y eso vale también para nuestro pequeño grupo virtual, en el que compartimos los tres la meditación, y ya ves cómo nos une.
La meditación crea comunidad, y hace amigos a los que meditamos juntos.
Otro abrazo para vos.
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