Había estado pensando por años cómo sería eso de vivir amando que enseñó Jesús.
Me decía que yo no amo como Él, que no amo a todos de la misma manera.
Con la meditación voy descubriendo que el Amor que hay dentro de mí, que es como una fuente cuyo origen no está en mí, sino en Aquel que me habita y ama en mí, no es un amor emotivo. Simplemente ama porque es su esencia, como la flor que perfuma o el pájaro que canta.
Se difunde, y como sólo es Amor, abarca a todos y a todo, ya que no evalúa ni pone etiquetas. Todo es bueno en Él.
Voy comprendiendo entonces qué significa eso de que el Reino de los Cielos está dentro de mí, al alcance, presente aquí y ahora, y que es un Reino de AMOR.
Sentada en silencio o viviendo cada día de mi vida, respiro ese amor, que es gratuito y universal, eterno y constante, y que nada ni nadie me puede quitar.
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