Los amigos verdaderos lo siguen siendo aunque las tormentas amenacen y todo parezca desmoronarse. Ellos esperan en silencio cuando los herimos con nuestros nerviosismos y las deficiencias de nuestra personalidad. Ellos saben que volveremos, que despertaremos del sueño que dormimos. Ellos nos alientan cuando lo necesitamos, ellos quedan siempre a la distancia justa. No nos ahogan ni nos abandonan. Ellos son capaces de salirse de sus propios límites personales siempre que descubran que necesitamos su ayuda. Ellos tienen una palabra para nosotros, que puede no aportar la solución, ya que no lo saben todo, pero sí hacernos saber que nos tienen en cuenta. Yo doy las más profundas gracias por mis amigos, y espero ser siempre para ellos algo de lo que ellos son para mí.
Mis amigos están presentes dentro mío, y cuando medito estoy más unida a ellos que nunca.
Los amigos son un tesoro, que con su amor reflejan el Amor de Dios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario