domingo, 17 de marzo de 2013

Gozo profundo


Hay un gozo que no es el resultado de que nos pasó algo lindo, o porque recibimos una buena noticia, o por una emoción desbordante, sino que no depende en sí de nada particular ¿Será el gozo de estar vivo? ¿Esa alegría de ser parte de la corriente de la vida? Cada instante tiene ese gozo, que se hace más intenso cuanto menos esperamos obtener, cuando más presentes estamos en la vida, diluidos en ella sin individualismos, cuanto más confiados en Dios, que está en la vida y la hace plena. El sol entra por la ventana, y me recuerda ese gozo y me lo reaviva.

Los otros días escribí que hay una sed de Dios. El hecho de reconocer esa sed y dejarse guiar por ella conduce a este gozo más profundo... 

domingo, 10 de marzo de 2013

Sed de Dios

Hay una sed de Dios, que está en nuestro ser, y que la podemos llamar de muchos modos. La oración es un intento de aplacarla, pero ocurre que se vuelve más evidente, o se clarifica, descartando la sed de otras cosas con las que pretendemos "llenar" un vacío que nos asusta. Por eso en los salmos se lee: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo". Y si es el "Dios vivo", lo que nos lleva a Él es vivir, y vivir y orar es lo mismo, ya que aunque nos sentemos en el silencio de nuestra habitación para orar, ahí está la vida, y cuando estamos en las actividades cotidianas, también. Sin embargo, la sed no desaparece, y cuanto más sed de Dios, más vida, y cuanto más vida, más sed.