domingo, 10 de marzo de 2013

Sed de Dios

Hay una sed de Dios, que está en nuestro ser, y que la podemos llamar de muchos modos. La oración es un intento de aplacarla, pero ocurre que se vuelve más evidente, o se clarifica, descartando la sed de otras cosas con las que pretendemos "llenar" un vacío que nos asusta. Por eso en los salmos se lee: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo". Y si es el "Dios vivo", lo que nos lleva a Él es vivir, y vivir y orar es lo mismo, ya que aunque nos sentemos en el silencio de nuestra habitación para orar, ahí está la vida, y cuando estamos en las actividades cotidianas, también. Sin embargo, la sed no desaparece, y cuanto más sed de Dios, más vida, y cuanto más vida, más sed.

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