domingo, 28 de septiembre de 2008

Instante de asombro

Mi percepción del mundo, de mi vida, y hasta de Dios, fue cambiando gradualmente.
Miré las cosas con asombro, como deslumbrada, maravillada, y todo pareció nuevo, luminoso. Fueron cayendo fantasías, estructuras, conceptos, y aunque me sentí por momentos sin nada de que sostenerme, la realidad se hizo tan densa, tan fuerte, que no quedó espacio para que me cayera, ni tiempo para preocuparme o lamentarme de cosas del pasado o del futuro, porque todo estaba ahí, en ese instante presente, y no había nada fuera de él.
En momentos así, es abrumadora la presencia de Dios, y no tengo ninguna duda acerca de su Amor, que me une hasta ser una con Él.
Todo se despliega en una unidad, y no hay yo y otros, sino un solo Yo, que reúne todo.
Muchas veces ha leído sobre esto, y lo hemos comentado entre varios, pero cuando lo llego a vislumbrar, a vivir, como esta tarde en el grupo de meditación, se me quedan cortas las palabras, y al final, sólo el silencio puede abarcar algo tan sublime.
Y en caso de que quedara una palabra para describir ese instante, esa palabra sería AMOR.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Sensación

Hay en mi interior algo así como un fuego de amor, o una fuerza, algo que no sé cómo describir.
Y una certeza que se adueña de mí, certeza de que ese AMOR es el que mueve todo, y que nada queda fuera de Dios, que es quien da origen a este manantial.
Si todo está contenido en Él, entonces no me puedo perder. Porque aunque me desvíe, Él también estará en el desvío, amando cada uno de mis pasos.
Tampoco puedo perder nada, porque nada se puede salir de Él.
Entonces no hay yo y fuera de mí otros, porque en Él, todos somos uno.
Es la sensación de seguridad que me queda después de abandonarlas todas, cuando me siento a meditar más allá de mí, trascendiendo lo que creo ser, y lo que creo que es Dios.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Sólo sentarme y estar

La serena sensación de que Dios ya me ha dado desde siempre todo lo que necesito para ser feliz, emerge de los momentos en que estoy en silencio, sentada.
No tengo nada que buscar. Y cuando creo que sí, y me empiezo a enredar, es que estoy dormida, y creo que lo que mi mente fabrica, que son esas necesidades que debo cubrir para ser feliz, son reales.
Nada es real, sino Sólo Dios, continuamente creando todo con el poder de su Amor.
Construir mi casa sobre roca, como lo dice Jesús, es vivir y actuar desde mi centro, donde Él habita, y donde su Espíritu ora sin cesar con gemidos inefables.
No hay palabras, sino la suya, susurrada en el silencio. Sólo sentarme y estar. Sólo eso....