miércoles, 20 de octubre de 2010

Algunas veces, al atardecer...

Mientras pasan las horas del día de trabajo, repitiendo la plegaria de la oración de Jesús podemos estar en Su Presencia todo el día.

A veces, en la última hora de actividad laboral, noto un fuerte llamado a sentarme y meditar, como la suave invitación del Amor que me invita al encuentro silencioso y exclusivo con Él.


En esos momentos, el tiempo que dedico a meditar lo vivo con una serena y súbita alegría, que no se parece a otras en su origen ni en sus características. Es la alegría de Su Presencia amorosa, una tenue luz invisible que lo ilumina todo. Un diálogo profundo sin palabras, ya que ellas son obstáculo para lo que se comunica en ese momento. Una certeza, una claridad, una confianza que no viene de mí. Y en el trasfondo, sigue resonando la plegaria, como susurro o música del corazón.

En esos momentos, ¿qué puedo necesitar que no sea eso que hay? ¿qué puedo pedir al que me da todo?

En otros días, no percibo esa llamada, y esas suaves experiencias que en realidad no alcanzo a describir con mis palabras, no me acompañan, sino el silencio y una cierta pesadez. Pero igual el encuentro ES, aunque yo no lo perciba. En esos otros momentos, de nuevo: ¿Qué puedo necesitar que no sea eso que hay? ¿Qué puedo pedir al que me da todo?... Sólo quedarme sentada, silenciosa, con el corazón abierto, y en el trasfondo, siempre, la plegaria de la oración de Jesús...


9 comentarios:

arianna dijo...

Que maravilloso encuentro el que describes, sólo con Ël aceptando la invitación y el encuentro

Tú lo dices muy bien ¿qué puedo necesitar que no sea eso qué hay?

Ha sido un gozo escucharte, habló tu corazón a través de tí

Querida Blanca seguro esos momentos se repiten y de nuevo sientes todo el AMOR que se nos manifiesta por que El está siempre
en todo lo que nos rodea y en lo que SOMOS Su PRESENCIA

Gracias por esta maravillosa entrada que invita a sentarse y esperar que SE manifieste

Anónimo dijo...

lo de la pesadez, ¿lo asocias a algo?

Jairo del Agua dijo...

No puedo más que subrayar la descripción (siempre limitada) de tu experiencia. Como bien dices, "esas suaves experiencias que en realidad no alcanzo a describir con mis palabras" porque vienen de más allá de ti, de ese TÚ que te habita y espera siempre.

Nuestra limitación y naturaleza cambiante (en el cuerpo, la sensibilidad y el espíritu) hace que no siempre lo percibamos de la misma manera. Pero siempre está, siempre acompaña y siempre abraza.

¿Qué vas a pedir si se te ha dado todo entero?

Deberíamos ser conscientes de esa realidad. Por eso me alegra que lo difundas.

Abrazos desde Madrid para ti y todos los argentinos de buena voluntad.

Jairo

Blanca dijo...

Gracias por tus palabras, Arianna. Lo bueno de todos modos es seguir siempre con la oración, en forma perseverante, se repitan o no esos momentos, y sin esperar nada, sino simplemente estar.
Te mando un abrazo.

Blanca dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Anónimo. Ocurre que si empiezo a hacer asociaciones, ya estoy poniendo a mi mente con sus razonamientos por delante, y la experiencia de Dios no se trata de eso, sino de vivirla simplemente.
Entonces prefiero que lo asocies vos, ya que la respuesta está en tu interior. Yo no me hago cargo de eso. Jajaja. Te mando un abrazo.

Blanca dijo...

Jairo. Es verdad lo que decís. Estar conscientes de esa realidad es algo tan hermoso, que uno no se puede quedar callado, sino que tiene la necesidad de que todos quieran experimentarlo. Por eso balbucea las palabras como puede, aunque sean limitadas, para que otros se animen a probar el camino de la oración profunda.
Te mando un abrazo argentino.

Gunther Emde dijo...

Navegando por la Red he dado con tu sitio, qué hermosura de blog, he escuchado la música, he leído tus textos, qué bien saber de personas que fomentan el silencio interior.
Mi trabajo tiene en común con el tuyo la búsqueda de esa silencio, si tienes tiempo y ganas puedes echarle un vistazo.
De todas maneras quiero escribirte a tu mail más adelante, por si podemos colaborar mutuamente en nuestros blogs.
Gracias por este sitio, sigue adelante con tu trabajo.
Recibe un saludo desde Barcelona.

Blanca dijo...

Gracias por visitar el blog y por tus palabras, Gunther.
El silencio interior nos restaura, nos recupera el ser quienes somos en verdad. En cuanto pueda leeré tus trabajos. Sigamos adelante por estos caminos de crecimiento y de paz.

Te mando un saludo desde Buenos Aires.

Arivera dijo...

Una tarde leyendo un libro de Max Luxado experimente algo increíble! Ya casi no quedaba luz de día y no quería parar de leer ni moverme del lugar de donde estaba! De pronto una luz ilumino mi libro y me permitió terminar ese capítulo!!! Fue algo maravilloso, me sentí en contacto con Dios! Luego de esa experiencia he experentado en repetidas ocaciones esta experiencia cuando he estado meditando!!!!