domingo, 28 de septiembre de 2008

Instante de asombro

Mi percepción del mundo, de mi vida, y hasta de Dios, fue cambiando gradualmente.
Miré las cosas con asombro, como deslumbrada, maravillada, y todo pareció nuevo, luminoso. Fueron cayendo fantasías, estructuras, conceptos, y aunque me sentí por momentos sin nada de que sostenerme, la realidad se hizo tan densa, tan fuerte, que no quedó espacio para que me cayera, ni tiempo para preocuparme o lamentarme de cosas del pasado o del futuro, porque todo estaba ahí, en ese instante presente, y no había nada fuera de él.
En momentos así, es abrumadora la presencia de Dios, y no tengo ninguna duda acerca de su Amor, que me une hasta ser una con Él.
Todo se despliega en una unidad, y no hay yo y otros, sino un solo Yo, que reúne todo.
Muchas veces ha leído sobre esto, y lo hemos comentado entre varios, pero cuando lo llego a vislumbrar, a vivir, como esta tarde en el grupo de meditación, se me quedan cortas las palabras, y al final, sólo el silencio puede abarcar algo tan sublime.
Y en caso de que quedara una palabra para describir ese instante, esa palabra sería AMOR.

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