viernes, 11 de enero de 2008

Mi ego

Respirando sentada frente al mar, me descubro cada vez más pequeña. Entonces también mis problemas son algo insignificantes. Sin embargo, por allí anda siempre mi ego queriendo agrandarme, y entonces me empiezo a preocupar por las cosas, más de lo que ellas en realidad merecen. Y resulta que él va conmigo a todas partes, y me cuesta desprenderme. Sé que no es bueno para mí hacerle caso, pero muchas veces me encuentro más aferrada a él de lo que creía.
De última, me queda sonreirle con paciencia, y aceptarlo para que no me moleste.
Cuando respiro hondo frente al mar el ego sufre un golpe inesperado, y se molesta por eso.
Lo deberé trascender, como tantas otras cosas que hay en mí.
La práctica paciente y perseverante de la meditación es mi aliada. Todo va a estar bien.

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